La fábrica y web de ventas pertenecen a la Fundación en la actualidad y por lo tanto los beneficios íntegros obtenidos de la venta de cerámica van destinados evitar que desaparezcan las históricas instalaciones.

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#SOSFajalauza

¡Ay Aynadamar!

nuestro reconocimiento a todos los voluntarios que, dirigidos por el Profesor de la UGR José María Martín Civantos y el equipo MemoLab, están consiguiendo con su esfuerzo y sudor la limpieza y mantenimiento del cauce original de la acequia hasta las puertas de la ciudad y regenerar un paisaje histórico dándole vida y sustento de forma tradicional y, a la postre, más sostenible

Cecilio Madero

Artículo de opinión

Vídeo de la acequia durante la limpieza, por Cecilio Madero

¡AY AYNADAMAR!

Hubo un tiempo en el Albaicín, en que una red de canalizaciones surtía de agua los aljibes cisternas, albercas y tinajas para el consumo de su población, cría de animales y riego de pequeños huertos y frutales, entre otras necesidades. Este agua era la proveniente de la acequia de Aynadamar surgente a los pies de la Alfaguara en Alfacar y que fue consolidada en época Zirí. Después de ser así durante mas de diez siglos, tras el abandono de su mantenimiento y el cegado de su conexión en el pago de Manflor cerca de la puerta de Fajalauza, esta red dejó de existir por decisión municipal al extenderse el abastecimiento potable creyendo innecesaria la ancestral red. Craso error porque podrían valerse hoy de ella muchos riegos de pequeños huertos y jardines de cármenes, plazas, etc. Pero lo que es más importante, no conservando un recurso natural que ha conformado un hábitat y paisaje singular al haber sido su sustento y sin el cual no se podría explicar.

Además de las necesidades que enumeramos al principio, no podemos olvidar ésta que nos incumbe: Aynadamar en su trayecto abierto movía los empiedros de innumerables molinos de harina, (Alfacar, Viznar, El Fargue, la Cartuja, etc algunos aún permanecen con sus muros en ruinoso equilibrio). En nuestra fábrica de Fajalauza permanecen numerosas piedras de molienda reutilizadas en algunos de sus muros y consta que albergó un molino para moler los óxidos con los que se extraían los colores típicos de nuestra cerámica. Pero hasta hace no mucho las albercas de decantación rebosaban del agua de esta acequia para depurar las arcillas con las que se moldeaban los cacharros. Este agua era fundamental para muchos de los procesos de elaboración en la fábrica. Curiosamente se estableció una simbiosis con la acequia al fabricarse aquí los caños de barro o atanores por donde discurría el agua soterrada hasta sus destinos. Estos caños secos aún aparecen en las reformas del pavimento de algunas callejuelas

Por eso queremos reivindicar la patrimonialización de un recurso que forma parte de nuestra historia, la de todo el Albaicín y que nos vincula a todos. Por todo ello nuestro reconocimiento a todos los voluntarios que, dirigidos por el Profesor de la UGR José María Martín Civantos y el equipo MemoLab, están consiguiendo con su esfuerzo y sudor la limpieza y mantenimiento del cauce original de la acequia hasta las puertas de la ciudad y regenerar un paisaje histórico dándole vida y sustento de forma tradicional y, a la postre, más sostenible. Sin olvidar el valor de construcción social que implica dinamizar a diferentes colectivos desarrollando la afectividad hacia este patrimonio. Porque sí, amig@s, tan patrimonio es un palacio renacentista como la cerámica de Fajalauza o el sistema de riego de nuestra Vega.


El diario EL PAIS se ha hecho eco de la noticia dando cuenta de la relevancia de esta iniciativa. En esta foto fuimos testigos de la actividad de recuperación de un tramo de su cauce y de dicha documentación.
La acequia de Aynadamar entre otras funciones dio mucha vida al Albaicín, ahora este equipo y todos los voluntarios paradójicamente tratan de darle vida a ella. Repetimos nuestro agradecimiento a tanta generosidad porque quien da dinero tarde o temprano lo podrá recuperar, pero quien da su tiempo éste ya no volverá.

Cecilio Madero Morales
Foto de la acequia una vez ejecutados los trabajos, por Cecilio Madero

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